Esta es la entrada 329 de este blog. 329 no es un número primo (ver más sobre números primos aquí), es el resultado de 7*47, una linda expresión simétrica, además 7+4+7=18 y 1+8=9, que es el número que me gusta más que todos (ver por qué aquí).
Quiero aprovecharla para una breve reflexión sobre lo que hacemos a lo largo del ciclo escolar, que al menos en México está cerca de terminar: medir el avance de nuestros hijos y alumnos.
El foco lo quiero poner, más que en cómo medimos, en aquello que medimos. Porque lo que medimos es lo que impulsamos y, por tanto, lo que obtenemos.
Si en matemáticas medimos qué tan al pie de la letra siguen nuestros estudiantes los procesos que les enseñamos, se van a concentrar en repetirlos como maquinitas no-pensantes. Y van a tener una pésima idea de lo que es «hacer matemáticas».
Si medimos la creatividad con que construyen sus respuestas, fomentamos que vean a la materia como un espacio para dejar volar su imaginación para resolver lo que les planteamos. Y esa es una maravillosa manera de entender lo que es «hacer matemáticas».
Como maestros es más tardado evaluar algo que implique mucha creatividad matemática (una única vez planteé una actividad que fue tardadísima de revisar; después la pulí para que fomentara la creatividad sin absorber toda una tarde para calificarla). Busquemos hacerlo con frecuencia, las sorpresas que nos dan los estudiantes cuando les damos libertad para crear son maravillosas.
Avivemos el fuego de una buena relación con las matemáticas y tratemos de apagar el fuego de la enemistad con «los números».
¡Hasta el siguiente miércoles!
Rebeca
PD1: Quiero agradecer a esta página en la que me apoyo constantemente para redactar el blog: pixabay
