Ésta es la entrada 105 de este blog. La última de su segundo año de vida, pues el 24 de enero de 2018 se publicó la primera de todas. ¡El blog está a dos días de cumplir dos años!
Quiero dedicar este texto a reflexionar sobre las prioridades que tenemos como docentes, que ayudamos a acomodar varias de las piezas del rompecabezas que es cada alumno que tenemos a nuestro cargo. Confío en que, al igual que hace dos semanas, estas reflexiones les inviten a comentar y se fomente un diálogo que nos enriquezca a todos.
Últimamente se escucha mucho el concepto «educación socioemocional» y se busca que se le dé prioridad en el salón de clase, pero ¿qué tan buena idea es hacer eso? Reflexionemos al respecto
La evolución de la dinámica familiar y social a llevado a que, en la escuela, se nos pida a los profesores apoyar a los alumnos con sus habilidades socioemocionales.
Creo que eso tiene al menos una ventaja, pues trabajar con los alumnos en el desarrollo de sus habilidades sociales y emocionales nos permite conectar más con ellos y, por tanto, nos ayuda a conocerlos mejor y a encontrar mejores formas de acompañar su aprendizaje (ver más sobre acompañamiento del aprendizaje aquí).
Sólo que también tiene desventajas. Primero, normalmente los profesores estamos capacitados para enseñar nuestra materia, pero no para desarrollar las habilidades socioemocionales en nuestros alumnos. Si somos afortunados y recibimos una capacitación al respecto, podremos crecer como personas y desempeñar decorosamente esa nueva función, pero si no, estaremos caminando un poco a ciegas al tratar de hacerlo y corremos el riesgo de hacerlo mal o de generar resultados contrarios a los que se desearían.
Por lo tanto, si nos piden que lo hagamos o nos vemos en la necesidad de hacerlo, solicitemos que nos capaciten, o busquemos libros o material en línea que nos ayuden.
La segunda desventaja que veo es que el tiempo que estamos con los alumnos es escaso, y dedicar una parte al desarrollo socioemocional puede ir en detrimento del aprendizaje de los temas académicos.
En ese sentido también sería muy importante capacitarnos, para poder manejar ambas responsabilidades de forma eficiente.
En el día a día
Imaginemos que estamos en un día regular de clases, ya hicimos una breve actividad que apoya las habilidades socioemocionales de nuestros alumnos y ahora nos disponemos a trabajar con ellos en un tema de matemáticas, pero el ambiente está enrarecido por algo que pasó, que los alteró emocionalmente y que no se resolvió con la actividad que habíamos planeado y acabamos de realizar.
¿Qué considerarían lo más adecuado?
-Asumir que ya se le dedicó el tiempo asignado al trabajo con emociones y seguir con el plan académico de la clase, sin importar cómo se sienten los alumnos.
-Dedicar todo el tiempo de la clase a apoyar a los alumnos a resolver la situación.
-Dedicar sólo un momento más a empatizar con los alumnos, que se sientan escuchados y comprendidos y que entiendan que hay momentos para cada cosa en esta vida y que ese es el momento de aprender matemáticas.
Considero que así como lo planteé nadie consideraría que la primera es una buena opción. La segunda sólo en casos muy específicos, que confío en que no sean muy frecuentes en nuestra práctica profesional.
La tercera opción es la que yo empleo regularmente. Hace unos tres semestres uno de mis grupos tenía clase conmigo justo después de una clase muy difícil con otra profesora, así que solían llegar alterados, cansados y poco participativos, por lo que mi clase no podía arrancar fluidamente hasta que no los dejara desahogarse y calmarse un poco. Claro que necesitaba tener cuidado para que ese espacio no se alargara indefinidamente, pero esos minutos invertidos de forma no académica ayudaban a que la parte académica funcionara mejor.
Cambia un poco la situación cuando se trata de un sólo alumno o un pequeño grupo de alumnos. Considero que algo que podemos hacer en ese caso es mostrarles empatía e interés brevemente, haciéndoles ver que la clase necesita seguir y que atenderla puede ayudarles a distraerse y a sentirse mejor. Que sepan que trataremos de apoyarlos un poco más al final de la clase ayudará aún más.
Para cerrar
En todas las profesiones es conveniente saber un poquito de otras áreas para complementar y mejorar nuestro desempeño. La docencia no es la excepción. ¿Qué estrategias usan ustedes cuando se enfrentan a un grupo que no está emocionalmente preparado para realizar las actividades que tenían planeadas?
Como siempre, gracias por leer y compartir; agradeceré sus comentarios, .
¡Hasta el siguiente miércoles!
Rebeca
PD1: Aún no he logrado insertar en esta sección un botón que permita seguir el blog… lamento la molestia que implica ir a la página principal para hacerlo.
PD2: Quiero agradecer a estas páginas en las que me apoyo constantemente para redactar el blog: pixabay y webresizer
Excelente reflexión, te agradezco mucho nos apoyes a llevar esto a nuestras mentes y poder ser mejores docentes
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Muchas gracias, Irma
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