Ésta es la entrada 90 del blog. Como es un número múltiplo de 9, que me gusta por encima de los demás números (ver por qué aquí), la dedicaremos a un tema especial.
Hace tiempo empecé a cambiar mi forma de ver mi labor como profesora. Dejé de decir que “enseño matemáticas” y empecé a decir que “acompaño el aprendizaje de las matemáticas” de mis alumnos.
A continuación compartiré algunas reflexiones al respecto.
Esta entrada va dedicada a Daniela, de Uruguay, que me mostró que no conviene ser tajante en este tema. ¡Gracias!
La mancuerna enseñar-aprender existe desde que hubo profesores y alumnos; maestros y aprendices, etcétera.
Al estudiar la Maestría en Enseñanza de las Matemáticas, tomé un curso de Teorías de la Enseñanza y otro de Teorías del Aprendizaje. Así, independientes. Supongo que estuvo bien, para comprender por separado los distintos enfoques.
Pero luego llegué a la realidad de un salón de clases y me di cuenta de que, lo que en la teoría analicé por separado, en la práctica está entrelazado intrincadamente y de forma poco clara a la luz de las teorías. Claro que todo lo aprendido en esas dos materias profesionalizó mi trabajo, pero no fue suficiente.
Más adelante, al estudiar el Doctorado en Matemática Educativa, elegí como base para realizar la investigación a la Teoría de la Variación, de Ference Marton. Más de la mitad de los estudios realizados con dicha teoría se centran en las “oportunidades de aprender” que el profesor provee al alumno mediante el diseño de su clase. Esto es, revisan sólo lo que hace el profesor (lo que enseña), sin revisar lo que ocurre con el alumno en consecuencia.
Decidí realizar mi investigación doctoral enfocada en lo que realmente aprendió el alumno, pues me parecía más relevante. Considero que de poco sirve darle al alumno las oportunidades de aprender si éste no las aprovecha. Sería un esfuerzo vano.
Creo que al ver nuestra labor de profesores como acompañar el aprendizaje de nuestros alumnos estaremos más centrados en lo que ellos logran que en lo que nosotros hacemos. Analicemos un poco más esto.
Definiciones
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, enseñar es:
-Instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos.
-Dar advertencia o ejemplo que sirva de experiencia y guía para obrar en lo sucesivo.
-Indicar, dar señas de algo.
-Mostrar o exponer algo, para que sea visto y apreciado.
A mi modo de ver, estas definiciones marcan una distancia entre lo que el profesor hace y lo que el alumno logra aprender.
En cambio, acompañar es estar en compañía de alguien más; participar de, entre otras cosas, sus sentimientos.
Me parece que implica una cercanía mayor y más compromiso con el resultado final. Creo que por eso me gusta más ver así lo que hago. Para no ser tajante, puedo decir que enseño matemáticas acompañando el aprendizaje de mis alumnos.
Enseñamos, acompañamos… y aprendemos
A los profesores nos viene bien estar conscientes de que, al estar frente a un grupo no sólo enseñamos o acompañamos el aprendizaje, también aprendemos y mucho. Y no sólo de las materias que impartimos.
Aprendemos sobre cómo ven el mundo y la materia nuestros alumnos, aprendemos sobre cómo ciertas formas de enseñar y acompañar funcionan mejor para ciertos perfiles de personas, incluso aprendemos nuevos procedimientos para resolver los mismos problemas matemáticos, ya sea porque nuestro alumno lo aprendió en un grado escolar previo en otra institución o lo buscó en Internet.
Por ejemplo, mis alumnos usaron en el examen pasado una fórmula para encontrar la cantidad que equilibra costos e ingresos de una empresa, que encontraron en Internet. Ahora necesito retomar lo valioso que fue la iniciativa de buscarla y complementarlo con lo importante que es que comprendan de dónde viene y, sobre todo, en qué casos se usa, porque sucede que para el siguiente examen ya no les servirá, pues esa fórmula sólo sirve con funciones lineales y ahora estamos viendo funciones cuadráticas.
Acompañar el aprendizaje abarca más aspectos que enseñar
Lo que me imagino al pensar en “acompañar el aprendizaje” es mucho más cercano al alumno a lo que me imagino al pensar en “enseñar”. Al estar más cerca, podemos detectar más fácilmente si los estudiantes van por donde necesitan ir o si ya se descarrilaron un poco. Al acompañar el aprendizaje necesitamos contemplar, en el diseño de la clase, aspectos afectivos y sociales, además de los técnicos.
No podemos aprender por nuestros alumnos y tampoco podemos llevarlos de la mano eternamente. Por eso me gustó la imagen de la mamá elefante que empuja al elefantito para que se anime a entrar al agua. No puede entrar por él, ni tomar agua para que él sacie su sed, pero sí puede acompañarlo mientras entra.
Aquellos a los que acompañamos pueden tener dificultades en su proceso de aprendizaje, que detectaremos más fácilmente si estamos cerca, con lo que podremos apoyarlo para superar esas dificultades y para potenciar sus habilidades.
Por ejemplo, si estamos acompañando a aprender a dividir, con la cercanía podremos identificar cuáles de nuestros alumnos aún no se saben las tablas de multiplicar, para insistir en que se las aprendan como base para lograr el nuevo aprendizaje (ver ideas para aprender las tablas de multiplicar aquí y aquí).
Creo que a estas alturas ya no es necesario repetir que los profesores no debemos limitarnos a intentar transmitir conocimientos a nuestros alumnos. Lo que nos corresponde es facilitar experiencias que les produzcan aprendizaje, así como cultivar el deseo por aprender con el que nacieron y que muchas veces la escuela reprime, al no saber cómo manejar o potenciar.
Siendo sinceros, la libertad que podamos otorgar a nuestros alumnos durante su proceso de aprendizaje dependerá de las normas que rijan la institución en la que trabajemos (tiempos, formatos, etcétera) aunque siempre tendremos un pequeño margen de acción y siempre, siempre podremos mostrar a nuestros alumnos lo mucho que nos importan y lograr con ello su buena voluntad.
Acompañar implica empatía y corresponsabilidad.
Me parece muy relevante mostrar empatía a nuestros alumnos y también corresponsabilidad. Considero que hacen una gran diferencia en su actitud hacia nosotros y hacia la materia, lo cual redunda en un aprendizaje mayor que el que lograrían si nos sintieran lejanos y ajenos a sus resultados.
Al pensar en acompañar a los alumnos, pienso en estar al nivel de ellos, en vez de estar arriba de la tarima. Enseñar es un proceso más distante, acompañar es un proceso más cercano, física y emocionalmente hablando.
Al acompañar es más fácil fomentar en el alumno la seguridad de que va a poder aprender.
Acompañar me parece más flexible, aunque la idea siempre será prevenir desvíos demasiado grandes de la línea que necesita seguirse. Enseñar puede entenderse como marcar un camino angosto y muy transitado por el que todos deban ir, les guste o no.
Al interpretar nuestra labor como acompañar, es más probable que los dejemos hacer, observando desde un lado, en vez de que les pidamos observarnos mientras nosotros hacemos. Es necesario marcar la distancia suavemente, transmitiendo confianza en vez de rechazo al momento de insistir en que avancen solos.
Al acompañar conviene que intervengamos poco durante el proceso, aunque el diseño de las actividades tendrá un papel fundamental en que eso sea posible. Pueden elaborarse de tal forma que los alumnos observen lo que necesitan observar para lograr el aprendizaje que se busca. El diseño de nuestras actividades y nuestra forma de acompañar a nuestros alumnos mientras las realizan puede fungir como un faro que ilumine a nuestros alumnos en su camino de comprensión.
Pueden ver más sobre enseñar siendo un buen líder positivo aquí, y sobre cómo motivar a un Centennial aquí.
Para cerrar
Esta fue una entrada más reflexiva que informativa, esto es, me centré en compartir lo que pienso y siento acerca de mi labor de profesora. Pueden estar de acuerdo o pueden disentir, cada quien lo vive según sean sus circunstancias. Con moverlos un poco a explorar las ideas que escribí, consideraré que esta entrada cumplió su función.
Como siempre, gracias por leer y compartir.
¡Hasta el siguiente miércoles!
Rebeca
PD1: Aún no he logrado insertar en esta sección un botón que permita seguir el blog… lamento la molestia que implica ir a la página principal para hacerlo.
PD2: Quiero agradecer a estas páginas en las que me apoyo constantemente para redactar el blog: pixabay y webresizer
[…] retos cumplidos, que sea un año en el que encuentren formas de acompañar el aprendizaje (ver más aquí) que les funcionen a […]
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[…] nuestros estudiantes y habiendo formado un vínculo profesor-alumno que tan necesario es para poder acompañar el aprendizaje. Además, los muchachos ya sabían lo que era ser universitarios, pues estaban a la mitad de su […]
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[…] Y acompañémoslos a aprender, que es como yo veo a nuestra labor (ver más aquí) […]
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[…] el aprendizaje de nuestros alumnos (ver lo que escribí sobre acompañar el aprendizaje aquí). Eso implica una interacción constante que, bajo las circunstancias actuales, se ha visto muy […]
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[…] Creo que eso tiene al menos una ventaja, pues trabajar con los alumnos en el desarrollo de sus habilidades sociales y emocionales nos permite conectar más con ellos y, por tanto, nos ayuda a conocerlos mejor y a encontrar mejores formas de acompañar su aprendizaje (ver más sobre acompañamiento del aprendizaje aquí). […]
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