Hoy llegamos a la entrada 72 de este blog. 72 es múltiplo de 9, un número que me gusta por encima de todos los demás (ver por qué aquí), por lo que será una entrada especial. Pensando en ideas especiales sobre las cuales escribir, recordé que hace un par de semanas se publicó en la revista temática de Café&Co, cuyo número se dedicaba en esa ocasión al Amor, un artículo que escribí sobre un tipo muy particular de amor, el amor propio (ver aquí, página 28). Es la tercera vez que escribo en esa revista. En el número 9, dedicado a la Paz, escribí algunas ideas para estar en paz con los números (ver aquí, página 24). En el número 10, dedicado al Liderazgo, escribí sobre el liderazgo en el salón de clases (ver aquí, página 20), tema que retomé en la entrada 36 de este blog (ver aquí).
Quien haya leído El comienzo, primera entrada de este blog (ver aquí), sabrá que mi intención al escribir semanalmente es proporcionar a los lectores herramientas para que vayan llenando su caja y estén preparados para sacar la necesaria bajo cada circunstancia particular que se les presente al acompañar el aprendizaje. Generalmente me enfoco en ideas de didáctica de las matemáticas de temas específicos y en ciertas ocasiones, como hoy, comparto ideas con un alcance más amplio, que incluso abarcan más allá de las matemáticas.
En las siguientes líneas compartiré varias de las cosas que me gusta hacer al acompañar el aprendizaje, algunas de las cuales aparecen en los artículos que mencioné en el primer párrafo. Como todas las herramientas de mi caja, voy eligiendo cuál usar conforme “siento” la situación. Aquellas que les hagan sentido pueden agregarlas a su caja, confío en que les resultarán de utilidad más de alguna vez. Compartiré también algunas ideas que no he necesitado poner en práctica, pero que conviene tener presentes, por si la situación amerita usarlas. Las ideas que elegí para compartir hoy giran alrededor del título de esta entrada: ¿qué lugar ocupa el aprendizaje en la jerarquía de las necesidades humanas?
Esta entrada va dedicada a Oswaldo, de Chile, cuyo proyecto para desarrollar el sentido numérico en los niños admiro mucho.
La pirámide de Maslow
Al pensar en cómo armar esta entrada, recordé de forma imprecisa la pirámide de Maslow. Después, al buscar en Wikipedia la configuración exacta de la misma, me di cuenta de que no iba exactamente con mi idea, porque el aprendizaje como tal no aparece en ninguno de los niveles de la pirámide. Sin embargo, más que un problema, ese descubrimiento se convirtió en el título de hoy.
La pirámide de Maslow también se conoce como la jerarquía de las necesidades humanas, dado que Abraham Maslow, por allá en 1943, llegó a la conclusión de que el ser humano necesita cubrir sus necesidades en un cierto orden y no puede atender fácilmente la que sigue si la anterior no está cubierta. Esa es la idea básica sobre la que quiero construir esta entrada.
El orden dentro de la pirámide es el siguiente:
Hasta abajo, en el primer nivel, están las necesidades básicas: respirar, comer, dormir, etc.
En el segundo nivel están las necesidades de seguridad y protección: salud, lugar para vivir, evitar los daños físicos, etc.
En el tercer nivel están las necesidades sociales: amistad, familia, aceptación social, etc.
En el cuarto nivel están las necesidades de reconocimiento: de uno mismo y de los demás.
En el quinto nivel están las necesidades de autorrealización: encontrarle sentido a la vida (no es cualquier cosa, por eso está hasta arriba).
De hecho, hace poco vi la pirámide “aumentada” de Maslow, que incluye, en niveles aún más abajo que el primero original, nuestra nueva dependencia al Internet y a tener la batería del celular con carga. Pero ese es otro tema, volvamos al de hoy.
¿Cómo pienso que necesitamos considerar esa pirámide en nuestro actuar de profesores?
La necesidad de alimentación no puede desestimarse. Confío en que en la mayoría de los casos nuestros alumnos la tienen cubierta desde casa o, de alguna manera, por algún apoyo que la institución pueda brindarles. He escuchado historias de profesores que llevan algo de comer para compartir con sus alumnos. Yo lo he llegado a hacer alguna vez. Reflexionando, preguntando, pidiendo a las personas adecuadas, se podrá encontrar apoyo para esos niños. No ahondo mucho en eso porque no tengo mucha experiencia, pero confío en que si se están dando el tiempo de leer estas líneas, se pueden dar el tiempo de pensar en ideas para llenar esos estómagos, de forma tal que esas mentes estén mejor preparadas para aprender.
Con el techo bajo el que viven nuestros alumnos es poco sencillo tener influencia, sin embargo, con el techo bajo el que reciben clases sí que se puede hacer algo, empezando por cosas que cuestan relativamente poco, como mantenerlo limpio y ordenado, y siguiendo con cosas que se pueden ir consiguiendo poco a poco, en caso de que la escuela no las tenga. Tampoco respecto a esto profundizaré, sólo sugeriré que los profesores pueden ejercer un liderazgo positivo sobre papás y alumnos, conseguir su apoyo y, con ello, ir dignificando el lugar donde esos niños se están preparando para su futuro.
La necesidad de seguridad es algo sobre lo que sí me interesa profundizar, porque considero que en esa necesidad si podemos “pintar una raya”. El alumno podrá sentirse inseguro afuera de nuestro salón de clases, por muy diversas circunstancias, la mayoría de las cuales estarán fuera de nuestro control. Sin embargo, sí está más en nuestras manos buscar que de la puerta del salón hacia adentro (o, mejor aún, de la puerta de la escuela hacia dentro) el niño se sienta lo suficientemente seguro como para que su mente se dé permiso de aprender, por decirlo de alguna manera.
Recordemos que, si no están cubiertas las necesidades de los niveles más bajos en la pirámide, las de los niveles más altos no están en nuestro radar. Si lo tenemos en cuenta dejaremos de desesperarnos porque los alumnos no pueden o no quieren aprender… puede ser su instinto de supervivencia el que no se los permite, más que la falta de ganas o motivación.
¿Qué podemos hacer para conseguir que los niños sientan esa seguridad que necesitan?
¡Mucho! Confío en que lo que voy a mencionar ya sea una realidad en sus ambientes de trabajo y, si no, que la voluntad que siempre tenemos los profesores de hacer lo mejor por nuestros alumnos nos detone la creatividad para lograr que se convierta en una realidad.
Veamos algunas ideas, primero con respecto a su seguridad para estar, después su seguridad para ser, luego su seguridad para aprender y, finalmente, dado el enfoque de este blog, su seguridad para aprender matemáticas.
Para que esté físicamente seguro, se necesita, obviamente, que las instalaciones físicas sean seguras, en lo cual podemos influir fomentando que toda la comunidad las cuide y mejore. Pero también se necesita que el ambiente sea seguro, que todos se traten con suficiente respeto y amabilidad entre sí. Mi sentir personal es que un ambiente demasiado perfecto en el que todos se traten con total delicadeza sería raro (probablemente lleno de hipocresía) y no tan formativo para el carácter, pues necesitamos aprender a defendernos, pero para ello no es necesario convertirnos en la bolsa de golpeo de los demás. Busquemos algo intermedio.
Una vez mantenida bajo control la seguridad física (estar) sigue la seguridad emocional que, en cuanto a alumno de nuestra clase de matemáticas, y desde la perspectiva con la que estoy escribiendo este texto, comienza por sentir la seguridad de ser como soy: lento, rápido, alegre, serio, cantador, silencioso… sin que nadie me rechace por ello. Claro que la libertad de cada uno termina donde empieza la de los demás y tampoco se vale que uno cante todo el día y no deje a los demás concentrarse nunca. Pero que uno desfogue sus instintos operísticos unos minutos a lo largo del día, a la vez que otro alumno desfoga sus instintos de baterista de rock y otro baila una danza ritual, enriquece al grupo y fortalece las identidades de cada uno de sus miembros.
La seguridad emocional continúa con saberse capaz de aprender cualquier cosa y que sus compañeros y profesores lo van a apoyar y le tendrán la paciencia necesaria para que lo logre. Para eso es conveniente fortalecer en ellos una mentalidad de crecimiento, sobre la que habla Carol Dweck en su libro Mindset. Si se tiene esa mentalidad, se reconoce que la inteligencia personal no está definida de nacimiento, sino que se puede desarrollar mediante un esfuerzo constante e intencionado que nosotros, como profesores, podemos acompañarlos a realizar.
Finalmente, necesitamos que nuestros alumnos sientan la seguridad de saberse capaces de aprender matemáticas, que, por la fama que precede a la materia, puede considerarse un paso más a partir del anterior. Jo Boaler (quien ha trabajado cerca de Carol Dweck), en su libro Mathematical Mindset, señala que se ha llegado a la conclusión de que no existe tal cosa como una mente matemática. Sí existe un pequeñísimo grupo de personas a quienes les será prácticamente imposible aprender matemáticas y otro pequeñísimo grupo de personas que tienen un talento nato en este campo, pero el resto de nosotros podemos aprender las matemáticas necesarias para llegar a la universidad, nuevamente, mediante un esfuerzo constante, intencionado y cuidadosamente dirigido por nuestros profesores.
¿De qué otra forma podemos incidir en la seguridad de nuestros alumnos?
Ser unos excelentes líderes positivos de nuestros salones de clases es muy importante, tanto que escribí una entrada completa al respecto (ver aquí). Necesitamos acompañarlos para que vayan haciendo suyas todas esas ideas positivas sobre sí mismos que acabamos de mencionar, para lo cual ayuda mucho conocerlos bien, sabernos sus nombres, reconocer su potencial, creer en ellos, valorar su esfuerzo e inspirarlos a alcanzar altas expectativas.
Supongo que habrán notado que el liderazgo bien llevado fortalece el amor propio de nuestros alumnos, lo cual implica conocerse a sí mismos, aceptarse, valorarse, respetarse, cuidarse, tenerse compasión, estima y confianza.
Considero que una persona necesita esas bases, muy sólidas, para poder darse permiso de esforzarse por aprender. Si esas bases están débiles, se le dificultará mucho el proceso de aprendizaje.
Por eso escribí este texto hoy, porque por más estrategias didácticas y fundamentos matemáticos que comparta aquí, si la tierra no es fértil, si nuestros alumnos no están preparados para aprender porque no tienen cubiertas sus necesidades básicas, pocas semillas que sembremos en ellos germinarán.
Cuando encontré la información de la pirámide de Maslow, busqué afanosamente la «necesidad de aprender”. No está como tal. Y eso tiene sentido. El ser humano no necesita aprender por el hecho de aprender, que es algo que a veces buscamos en la escuela, tristemente: “aprende esto porque… está en el programa”.
Sin embargo, el aprendizaje es muy necesario para cubrir las necesidades. Todas ellas. El ser humano debió aprender a distinguir entre una planta que alimenta y una que envenena (primer nivel). Debió aprender a cuidarse de los peligros que lo acechaban (segundo nivel).
Y también necesita aprender a vivir en sociedad (tercer nivel) y adquirir los conocimientos básicos académicos y las destrezas necesarias para poder desempeñarse en algo que le lleve a ser reconocido (cuarto nivel).
Finalmente, requiere adquirir aún más conocimientos y destrezas, incluyendo conocerse a sí mismo y reconocer el sentido de su vida, para poder hacer lo que vino a hacer a este mundo.
Y aquí retomo el sentido de este blog. Busco, sobre todas las cosas, que la gente se lleve mejor con las matemáticas, para que los niños y jóvenes permanezcan en la escuela hasta estar bien preparados para la vida y para que todos se sientan con la libertad de escoger la carrera que deseen, que pueda prepararlos para hacer lo que vinieron a hacer en este mundo, sin que ésta tenga que estar “lejos de los números”.
Para cerrar
¿Qué lugar ocupa entonces el aprendizaje en la jerarquía de las necesidades humanas? Omnipresente. Está en cada nivel de la jerarquía. Acompañemos el aprendizaje de nuestros hijos y alumnos usando todas nuestras herramientas y ayudándoles, con ello, a cubrir sus necesidades en todos los niveles.
Gracias a todos los que leen y comparten estas ideas, por ayudarme a difundir el mensaje.
¡Hasta el siguiente miércoles!
Rebeca
PD1: Siento que todavía se puede decir más sobre este tema… quizá dedique otra entrada al mismo. Mientras tanto, les pido que nos compartan en los comentarios las ideas que ustedes usen para acompañar el aprendizaje de sus alumnos, por favor. Sé que la pirámide tiene muchos años de existir, pero creo que nos da mucha luz para hacer nuestra labor. Quizá haya otros enfoques. Quizá escriba sobre ellos después. Por lo pronto, les dejo este enfoque, confío en que les sea de utilidad.
PD2: Aún no he logrado insertar en esta sección un botón que permita seguir el blog… lamento la molestia que implica ir a la página principal para hacerlo.
PD3: Quiero agradecer a estas páginas en las que me apoyo constantemente para redactar el blog: pixabay y webresizer
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