Los profesores y los papás hacemos preguntas a nuestros alumnos e hijos y esperamos provocar en ellos un proceso de pensamiento (como fichas de dominó que caen una tras otra, o como algo más complejo) que los lleven a ciertas respuestas. Para algunas preguntas, las respuestas pueden obtenerse y/o expresarse de diferentes formas. Según la intención didáctica de la pregunta (lo que queremos que aprendan al contestarla), puede ser necesario que sea respondida de cierta forma y/o con cierto proceso. Sobre eso compartiré algunas ideas hoy.
Se me ocurrió escribir acerca de esto al ver cómo calificó la maestra una tarea de fracciones de mi sobrino, en quinto de primaria. Los valores de las respuestas estaban bien calculados, pero al parecer no estaban expresados como ella esperaba, así que llenó de “taches” la hoja, sin que el niño comprendiera del todo por qué. Sigan leyendo para conocer el resto de la historia.Leer más »