Ésta es la entrada 108 de este blog.
Será una entrada especial, por ser múltiplo de 9, número que me gusta por encima de todos los demás.
Además, se publica en un día cuya fecha suma 9: 12/02/2020.
No sólo eso, es la primera que publico después de haber aprobado mi examen doctoral.
Debido a todo lo anterior, quiero dedicarla a una pequeña reflexión sobre la investigación y la docencia.
Será una reflexión realmente pequeña, esto de cerrar el doctorado me dejó con el tiempo recortado estas últimas semanas.
Llevo seis años seguidos estudiando. Primero la Maestría en Enseñanza de las Matemáticas e, inmediatamente después, el Doctorado en Matemática Educativa.
A lo largo de ese tiempo he leído incontables reportes de investigaciones sobre docencia, enseñanza, aprendizaje, etcétera. Regularmente los investigadores pretenden evaluar y, de alguna manera, mejorar la forma en la que se enseña-aprende matemáticas y muchas de las conclusiones que se muestran son relevantes.
Sin embargo, los resultados que se obtienen y las conclusiones a las que se llegan deben ser presentadas al mundo en formato de publicación científica, para que les cuente como trabajo de investigación académica. Se entiende y se respeta.
Sólo que eso encierra bajo candado (por decirlo de alguna manera) a la información y la hace inaccesible para quienes la necesitan conocer: los profesores en funciones, que tienen poco tiempo para andar escudriñando, dentro de buscadores de revistas científicas, algunas ideas para mejorar algún aspecto de su práctica. Y, si se dan el tiempo y encuentran algo, puede ser que el lenguaje o la forma de presentar la información, necesaria para que sea aceptada por los árbitros de las revistas científicas, sea poco práctico.
Entiendo que se requiere rigor. Entiendo que se requiere practicidad. Ojalá que se lograra encontrar una forma de mediar.
Se me ocurre que, una vez publicado un artículo con todos los requerimientos académicos comunes, se publique una segunda versión que use un lenguaje y presente la información de forma tal que los profesores “de a pie”, que necesitan algo de fácil comprensión y aplicación, puedan asimilarlo y ponerlo en práctica sencillamente.
Lo sé, normalmente cuando se logra publicar un artículo científico, el investigador se pone a trabajar inmediatamente en el siguiente, para mantener el ritmo de publicaciones “indexadas” que le exige su institución y probablemente no tendrá ni tiempo ni motivación para hacer esa segunda versión de su artículo.
¿Y si se formara una asociación que se dedique a hacer esa segunda versión? Que funcionara como una llave que abre el candado y permite el acceso al conocimiento obtenido en la investigación. El lector todavía necesitará esforzarse (quitar el candado) para poner en práctica lo que descubra en la lectura, pero creo que sería mucho más factible que ocurra que como funcionan las cosas actualmente.
Supongo que hay un montón de aspectos que deben considerarse para hacer eso posible.
Por lo pronto, yo hago lo que puedo aquí. De todas las publicaciones científicas que he leído en estos seis años, he probado algunas cosas y después escribo en el blog aquello, ya adaptado por mí, que me haya funcionado, salido de la mezcla de todo y de mis propias ideas e investigaciones.
Confío en que el lenguaje que yo uso y la forma de presentar la información sean suficientemente sencillos y prácticos. Me gustaría conocer sus comentarios al respecto.
Como siempre, gracias por leer, compartir y comentar.
¡Hasta el siguiente miércoles!
Rebeca
PD1: Aún no he logrado insertar en esta sección un botón que permita seguir el blog… lamento la molestia que implica ir a la página principal para hacerlo.
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