Problemas «de pensar»

Esta es la entrada 211 de este blog. La escribo un día después de haber participado en una reunión con distintas personas que están, como yo, en la búsqueda de mejorar la educación. Estamos preparando un acompañamiento conjunto a escuelas vulnerables.

Abrí mi participación preguntando:

¿Cómo decide un niño si un problema escrito es «de sumar» o «de restar»?

Varios contestaron que leyendo con cuidado, y eso es cierto, aunque no suficiente. El que dentro del texto de un problema escrito el alumno encuentre la palabra más, por ejemplo, no significa que el problema sea «de sumar». Es algo que abordo en mi novela Akhiré y los dos pilares, en la que Kiwó, una de las gemelas alumnas de Akhiré, les llama a los problemas escritos: problemas de pensar. Les comparto la escena en la que se explica lo que pasa con la palabra más:

Cuando se reunió más tarde con Ngertí en su habitación, el acuerdo era salir de ahí con una solución, aunque no fuera perfecta.
—Si existiera, ya la habrían integrado a los programas educativos —había dicho Ngertí a la hora de la comida.
Akhiré estuvo de acuerdo, pero trató de no perder las esperanzas.
La mesa estaba llena de papeles, entre apuntes antiguos, las evaluaciones y material actual, cuando la muchacha entró. Ngertí tomó una hoja con unas notas y le explicó:
—Primero creí que podíamos hacer listas de palabras que significaran sumar, restar, multiplicar y dividir respectivamente.
—¡Qué buena idea! —se emocionó la muchacha.
—No, no lo es. Va a pasar lo mismo: buscarán la palabra y no leerán el problema completo. —Akhiré no pudo menos que aceptar, aunque contrariada, que era cierto. Ngertí prosiguió—. Además de que encontrar una palabra en esa lista no sería garantía de identificar la operación correcta.
Era algo que Ngertí acababa de comprender. Le puso el ejemplo de la palabra más, que solía relacionarse con una suma:
—Cuando se pregunta, por ejemplo, cuántos dulces tiene Tengén más que Kiwó, la operación que corresponde es una resta. Y si se da la información de cuántos dulces tiene cada una y se pregunta quién tiene más, ni siquiera se requiere una operación, es una comparación.
—Si se dijera que Tengén tenía cinco dulces y compró tres más, entonces sí se necesitaría una suma para encontrar la nueva cantidad de dulces que tiene.
—Exacto —confirmó Ngertí.
—Y tampoco podemos darles un muestrario exhaustivo de todas las formas en las que se puede plantear un problema.
—No, no existe una cosa así, y nunca acabaríamos de construirlo si lo intentáramos.
—¿Entonces?
—Hice algo…, quizá sea de ayuda.

Confío en que lo que yo haré, basado en gran parte en las ideas propuestas en la novela para desarrollar los dos pilares de una buena relación con las matemáticas, también sea de ayuda en las escuelas vulnerables a las que acompañaremos.

Sumar en un problema que se resuelve restando o restar en un problema que se resuelve sumando es como tratar de atornillar un tornillo con un martillo o meter un clavo con unas pinzas.

Apoyemos a nuestros hijos y alumnos a desarrollar su Pensamiento lógico matemático, que les ayudará a elegir la herramienta correcta en cada caso.

Hasta el próximo miércoles.

Rebeca

PD1: Aún no he logrado insertar en esta sección un botón que permita seguir el blog… lamento la molestia que implica ir a la página principal para hacerlo.

PD2: Quiero agradecer a estas páginas en las que me apoyo constantemente para redactar el blog: pixabay y webresizer

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