Esta es la entrada 216 de este blog. Es especial por ser múltiplo de nueve, un número que me gusta más que todos los demás (ver por qué es especial el nueve aquí). Para hacerla aún más especial, hoy es el noveno día del tercer mes del año (para mí el tres es el «hermano menor» del nueve). Y la fecha completa también suma 9: 9 / 03 / 2022 -> 9 + 0 + 3 + 2 + 0 + 2 + 2 = 18 -> 1 + 8 = 9.
La dedicaré a una breve reflexión sobre la recuperación de habilidades perdidas en la pandemia.
Hace casi año y medio escribí una entrada que titulé: ¿Cómo estoy buscando conectar y empatizar con mis alumnos? en la que relataba cómo había migrado de la enseñanza presencial a la enseñanza en línea, pero no en cuanto a didáctica de las matemáticas, sino en cuanto a conectar y empatizar con mis alumnos.
Dentro de esa entrada mencionaba otra titulada: A las personas no les importa cuánto sabes, hasta que saben cuánto te importan, frase frecuentemente atribuida a Theodore Roosevelt y con la que me siento muy identificada.
Ahora que hemos vuelto a la presencialidad, me he enfocado en mostrarles a mis alumnos que me importan, de diversas formas.
Por ejemplo, he evitado quejarme despectivamente de lo lentos que están para aprender y la poca capacidad que tienen para concentrarse, en comparación con lo que podían hacer antes de la pandemia.
¿Es su culpa?
En muy poca proporción
¿Es su completa responsabilidad revertir esa situación?
No lo creo. Aunque mis alumnos son universitarios, necesitan el acompañamiento de un «verdadero adulto» para reencarrilarse.
Lo platicamos ellos y yo hace unos días y pusimos manos a la obra: hacemos pequeñas actividades de enfoque y concentración a lo largo de la semana y ellos se están comprometiendo a forzar su «músculo de la atención» para que vuelva a ser fuerte.
Me ha costado mucho, pero mucho trabajo que dejen de decir que debo permitirles «aprender a su propio ritmo», siendo ese ritmo más lento que el de una tortuga con sueño. También había escrito sobre eso antes (ver aquí).
Le quedan poco menos de nueve semanas al semestre, confío en que entre estas y otras acciones que estoy implementando, poco a poco los chavos recuperen la habilidad de concentrarse y aprender, sin perder todas las habilidades que desarrollaron con la pandemia.
Menudo reto.
Dice el dicho que «lo que bien se aprende, jamás se olvida». Ya se concentraban y aprendían antes de la pandemia, solo es cuestión de recordar cómo lo hacían. Como la mujer de la imagen sigue andando en bicicleta.
Por cierto: para tenerles paciencia durante el proceso, ayuda mucho recordar que el buscar el mínimo esfuerzo es la forma que la naturaleza tiene para ahorrar energía. Es decir, está en nuestra naturaleza hacer lo mínimo, pero con suficiente motivación podemos decidir hacer más que el mínimo (si no fuera así, la humanidad no progresaría).
Así que… a motivarlos.
Por si les sirve, también escribí hace tiempo un texto sobre cómo motivar a los centennials (ver aquí).
¿Qué están haciendo ustedes para acompañar a sus alumnos mientras recuperan sus habilidades «perdidas»?
Hasta el próximo miércoles.
Rebeca
PD1: Aún no he logrado insertar en esta sección un botón que permita seguir el blog… lamento la molestia que implica ir a la página principal para hacerlo.
PD2: Quiero agradecer a estas páginas en las que me apoyo constantemente para redactar el blog: pixabay y webresizer